
Desde el momento en que somos concebidos, inicia un proceso de crecimiento, división y multiplicación celular. Poco a poco va desarrollándose el Sistema Nervioso Central , a partir del Tubo Neural , que eventualmente nos dará lugar al cerebro y es específicamente esa masa cerebral que representa el terreno donde iniciará esa construcción.

Así como un bloque es el material primario con que se construye una pared, la neurona constituye el fundamento de esas vías de comunicación. A través de esta fluye energía e información.




Éste circuito de alerta representa una avenida muy transitada en nuestro cerebro. Es un circuito con el que todos nacemos, ya viene de fábrica y funciona de manera inconsciente. Lo usamos cada vez que nos exponemos al medio ambiente y se activa ante peligros reales o no reales, por lo cual muchas veces es la raíz del tan destructivo “stress”. Es un circuido difícil de destruir pues tiene miles de años de existencia, es parte de nuestra herencia evolutiva.

En la imagen que aparece arriba, tenemos un cerebro dividido en tres áreas. En la base del mismo vemos los circuitos mas primitivos, las avenidas más amplias, los que se activan para controlar la respiración, el pulso cardíaco, el sueño y vigilia, el equilibrio, entre otros.
En el área media, conocida también como cerebro químico o emocional, están los circuitos relacionados con la manifestación de emociones. Las conexiones aquí liberan químicos que determinan nuestro estado emocional. Esa área del cerebro también es primitiva, por lo que también se activa casi automáticamente. Aquí también hay autopistas y avenidas. Es por ello que ante un estimulo externo o ante un pensamiento, automáticamente experimentamos una emoción. Es mas, todo pensamiento va ligado a una emoción.
Finalmente tenemos el área de la corteza, la más evolucionada en la especie humana; la que en nosotros los humanos es mucho más grande que en los animales. A través de ella somos capaces de sobreponernos a los retos de la vida y combatir los peligros del medio ambiente. La que nos permite superar dificultades y crear oportunidades. La que nos hace ser flexibles y tomar decisiones. Ser empáticos y tolerantes con otros y distinguir lo bueno de lo malo. Sin embargo es el área donde predominan las veredas, y calles mas rudimentarias; donde las conexiones son más débiles, y por ende tienen menos control sobre nuestra conducta.

Como ven, nuestro cerebro tiene, autopistas, avenidas y finalmente veredas y calles. Lo interesante es que gracias a la plasticidad del mismo, o sea su capacidad de moldearse, esas callecitas y veredas que se conforman en la corteza, por el mecanismo de la “repetición” pueden convertirse en avenidas y autopistas por donde fluya nueva información. Todo cuanto aprendemos y las nuevas experiencias a las que nos exponemos crean inicialmente un caminito, pero si se repiten y repiten de forma consistente, poco a poco se van convirtiendo en un callejón, calle principal y luego avenida, por donde la información transitará de manera cada vez más automática.
¿Y por qué nos cuesta tanto cambiar? Porque nuestra conducta está principalmente determinada por la información que fluye en las autopistas, en las partes más bajas y primitivas del cerebro. !Pero eso puede cambiar! Si queremos que nuestra conducta cambie, si queremos ser diferentes, si queremos dejar de actuar con base a viejos patrones de conducta, a veces hasta autodestructivos, lo que debemos hacer es formar nuevas conexiones, crear nuevas calles a través de la adquisición de nueva información y exponiéndonos a nuevas experiencias. Lo que lees, lo que escuchas, los lugares que visitas, las personas con quienes interactúas, todo ello esta construyendo caminos en tu corteza, caminos por donde transitará información que determinará tu conducta.
La construcción es un proceso continuo, pero qué información transita por ella depende de ti. El tipo de vehículos los eliges tú. Si quieres cambiar tu conducta y tu vida, construye sabiamente; con información útil y valiosa. ¡Aprende a elegir!