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CONSTRUYENDO CALLES, AVENIDAS Y VEREDAS

Nuestro cerebro es un gran terreno en construcción.
Desde el momento en que somos concebidos, inicia un proceso de crecimiento, división y multiplicación celular. Poco a poco va desarrollándose el Sistema Nervioso Central , a partir del  Tubo Neural , que eventualmente nos dará lugar al cerebro y es específicamente esa masa cerebral que representa el terreno donde iniciará esa construcción.
La construcción consiste en un conglomerado de veredas, vías y avenidas por donde transitará energía e información, lo que bien podríamos llamar “la mente”.
Así como un bloque es el material primario con que se construye una pared, la neurona constituye el fundamento de esas vías de comunicación. A través de esta fluye energía e información.
Luego, por el proceso de “asociación”, ella se conecta con otras y conforman “redes  neuronales”. Un conglomerado de vías que se intercomunican y transmiten información dependiendo de lo que nuestros sentidos capten en el mundo real o en el imaginario.   Estas “redes”, a su vez forman “circuitos”; cada “circuito” está conformado por aquellas neuronas que se activan ante determinado estimulo y por ende están asociadas.
Por ejemplo, si de noche nos despertamos por el ruido de alguien tratando de abrir la puerta (activación de la corteza auditiva), y sabemos que nadie más tiene llaves (conciencia), inmediatamente se transmite un impulso eléctrico y químico hacia una estructura conocida como Hipotálamo, en el área media del cerebro responsable del control de la emociones.  Ella, junto con la Pituitaria liberan químicos o mensajeros que informan a las Glándulas Adrenales (ubicada sobre los riñones) que liberen, ya sea adrenalina glococorticoides, los cuales activan un sistema de alerta que indica al cuerpo que se ponga en acción.  Las pupilas se dilatan para poder ver mejor en la oscuridad, las venas y arterias se contraen para que la sangre que estaba siendo destinada a la regeneración celular  de las vísceras y el cuerpo en general se redirija hacia las extremidades, los músculos, de modo que podamos ya sea correr o tomar el teléfono para pedir auxilio.  Todas las neuronas que participaron constituyen un circuito, pues se activaron ante un peligro inminente. Si la noche siguiente, nuestra mente supone o imagina que escuchó nuevamente un ruido, todo el circuito se activa igualmente y volvemos a experimentar el mismo estrés.  Y muy probablemente, cada vez que recordemos el incidente nuestro cuerpo volverá a experimentar las mismas sensaciones que en aquella oportunidad, pues todo quedó registrado en el Hipocampo, estructura que registra las memorias, en especial las muy impactantes, y activa el área media del cerebro, reactivando el ciclo nuevamente.
Éste es un sistema de alerta muy primitivo que nos permite reaccionar y protegernos ante el peligro y al igual que en nosotros está también desarrollado en los animales. Gracias a él hemos podido sobrevivir en la tierra.
Éste circuito de alerta representa una avenida muy transitada en nuestro cerebro.  Es un circuito con el que todos nacemos, ya viene de fábrica y funciona de manera inconsciente. Lo usamos cada vez que nos exponemos al medio ambiente y se activa ante peligros reales o no reales, por lo cual muchas veces es la raíz del tan destructivo “stress”.  Es un circuido difícil de destruir pues tiene miles de años de existencia, es parte de nuestra herencia evolutiva.
En la imagen que aparece arriba, tenemos un cerebro dividido en tres áreas. En la base del mismo vemos los circuitos mas primitivos, las avenidas más amplias, los que se activan para controlar la respiración, el pulso cardíaco, el sueño y vigilia, el equilibrio, entre otros.
En el área media, conocida también como cerebro químico o emocional, están los circuitos relacionados con la manifestación de emociones. Las conexiones aquí liberan químicos que determinan nuestro estado emocional.  Esa área del cerebro también es primitiva, por lo que también se activa casi automáticamente. Aquí también hay autopistas y avenidas. Es por ello que ante un estimulo externo o ante un pensamiento, automáticamente experimentamos una emoción.  Es mas, todo pensamiento va ligado a una emoción.
Finalmente tenemos el área de la corteza, la más evolucionada en la especie humana; la que en nosotros los humanos es mucho más grande que en los animales. A través de ella somos capaces de sobreponernos a los retos de la vida y combatir los peligros del medio ambiente. La que nos permite superar dificultades y crear oportunidades. La que nos hace ser flexibles y tomar decisiones. Ser empáticos y tolerantes con otros y distinguir lo bueno de lo malo. Sin embargo es el área donde predominan las veredas, y calles mas rudimentarias; donde las conexiones son más débiles, y por ende tienen menos control sobre nuestra conducta.
Otra forma de explicarlo es a través de ésta imagen. La base del tronco y las ramas mas gruesas representan la base del cerebro (cerebro reptiliano). Allí la información transita de forma automática, inconsciente.  El área media (cerebro químico/emocional), con ramas muy gruesas, donde la información también fluye a gran velocidad, pero más expuesta al cambio. En ambas los circuitos son más difíciles de romper. Finalmente tenemos la copa del árbol representando a la corteza.  Ella está más en contacto con el entorno, por lo cual es la que recibe la información del exterior y la asocia con circuitos con información afín a ella. Es el área más vulnerable, con conexiones débiles y fáciles de romper, por ende, información más fácil de olvidar.
Como ven, nuestro cerebro tiene, autopistas, avenidas y finalmente veredas y calles. Lo interesante es que gracias a la plasticidad del mismo, o sea su capacidad de moldearse, esas callecitas y veredas que se conforman en la corteza, por el mecanismo de la “repetición” pueden convertirse en avenidas y autopistas por donde fluya nueva información.  Todo cuanto aprendemos y las nuevas experiencias a las que nos exponemos crean inicialmente un caminito, pero si se repiten y repiten de forma consistente, poco a poco se van convirtiendo en un callejón, calle principal y luego avenida, por donde la información transitará de manera cada vez más automática.
¿Y por qué nos cuesta tanto cambiar? Porque nuestra conducta está principalmente determinada por la información que fluye en las autopistas, en las partes más bajas y primitivas del cerebro. !Pero eso puede cambiar! Si queremos que nuestra conducta cambie, si queremos ser diferentes, si queremos dejar de actuar con base a viejos patrones de conducta, a veces hasta autodestructivos, lo que debemos hacer es formar nuevas conexiones, crear nuevas calles a través de la adquisición de nueva información y exponiéndonos a nuevas experiencias. Lo que lees, lo que escuchas, los lugares que visitas, las personas con quienes interactúas, todo ello esta construyendo caminos en tu corteza, caminos por donde transitará información que determinará tu conducta.
La construcción es un proceso continuo, pero qué información transita por ella depende de ti. El tipo de vehículos los eliges tú. Si quieres cambiar tu conducta y tu vida, construye sabiamente; con información útil y valiosa. ¡Aprende a elegir!